Toxicomanías :: Alcoholismo
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Toxicomanías: Un
laberinto sin paredes.
Las conductas adictivas, tienen de
graves consecuencias para las relaciones familiares,
sociales, laborales, con un gran impacto económico en
las personas que las sufren. Generalmente en las
adicciones, sabemos, subyacen otras patologías del
estado de ánimo.
Al igual que ocurre con otros
trastornos relacionados con sustancias, la adicción se
acompaña a menudo de otros trastornos psiquiátricos,
unos siguen al inicio del consumo adictivo, como los
trastornos del estado de ánimo, y consumo de alcohol,
otros parecen ser previos como trastornos de ansiedad,
trastorno de la personalidad, déficit de atención. Los
estudios clínicos sobre comorbilidad señalan que los
trastornos más frecuentes asociados son:
- Trastorno depresivo mayor.
- Trastornos bipolar tipo II.
- Trastorno ciclotímico.
- Trastornos de ansiedad.
- Trastorno antisocial de la personalidad.
Con lo cual hay un momento
"previo" a la adicción, y unos efectos
producto de ella. La presentación simultanea de
patología psíquica y adictiva, que interactúan
modificando el curso y evolución de cada una de ellas,
es lo que se denomina Patología Dual,
donde tanto la patología psiquiátrica como la adictiva
pueden ser causa o resultado de la otra. |
Intervenciones
interrogadas. |
Toda intervención clínica estará
relacionado con la concepción que se tenga del concepto
de salud y enfermedad, esto implica que las estrategias
de abordaje terapéutico nunca van separadas de los
presupuestos conceptúales que se sostengan.
Existe un concepto de salud
que descansa sobre la necesidad de dar una solución
práctica y rápida a la enfermedad; por su parte, otros
enfoques y modelos de pensamiento clínico, y
centrándonos ya en las toxicomanías, buscan restituir
al sujeto toxicómano, al paciente, un lugar a la
subjetividad destituida, esto es "dar la
palabra" al sujeto, posición sostenida en la
propuesta hipocrática de establecer el diálogo clínico,
que implica la "construcción" entre médico
y paciente del diagnostico a través de la escucha y la
circulación de la palabra que, en el caso de los
pacientes toxicómanos, se interrumpió o no se produjo
nunca. Los recursos anestésicos, lenitivos,
estandarizados, que en un principio calman o alivian el
dolor psíquico o físico, no permiten por sí solos esta
restitución de la subjetividad, no contemplan la
singularidad del caso por
caso. |
Toxicomanía:
¿Estructura o síntoma? |
Ningún grupo o estrato social es
exclusivo de las adicciones: las clases bajas
"recurren" a ella por la falta de
contención social y futuro, los que están
"fuera" del sistema, tienen que anestesiar
el dolor de una no-existencia. las clases altas por la
"búsqueda de emociones". El consumo
adictivo de drogas viene a interrogar a los diferentes
discursos y saberes científicos: al jurídico, al de la
medicina, a la sociología, etc. En la búsqueda de
desinhibición, estimulación en pro de la eficacia que
exige el discurso social imperante: rendimiento en los
juegos olímpicos, en la fábrica, en la bolsa, etc. en
una búsqueda de "placer" y
"rendimiento" con el mínimo esfuerzo,
producción de riqueza o plusvalía sin trabajo, sin
esfuerzo, al modo del especulador inmobiliario que
espeta: "esto se revaloriza", beneficio sin
producción, sin previo trabajo.
Con el (ab)uso de sustancias se
intenta transgredir o modificar un estado de ánimo o la
realidad percibida.
Algunos autores observan como los
pacientes adultos, quedan de alguna manera
"fijados" a la edad en que comenzaron el
consumo, observable a través de estados de provocación
infantiles o búsqueda de complicidad, como se puede
observar, en el consumo de cocaína en los baños
públicos, donde surge una espontánea, aparente e
"intensa" amistad en un intento de
"compartir" que dura hasta el momento en
que amanece.
La cuestión del diagnostico
diferencial es muy delicada, ya que aparece la
problemática de la organicidad como efecto del consumo,
al producir el mismo trastornos mentales funcionales,
como pueden ser una pseudo-perversión por la
desinhibición que provoca la sustancia, hasta una
cuasi-psicosis, ataques de pánico, etc., estos es que
las drogas pueden producir ciertos efectos propios de
cuadros como la psicosis, como son alucinaciones
auditivas, visuales, etc. O situaciones donde el sujeto
presente una pérdida de la realidad producto de un
proceso psíquico previo y utilice la droga para
atribuir a ésta dichas sensaciones.
Algunos enfoques médicos y sociales,
que trabajan sobre la parte observable, fenomenológica
de la drogodependencia, al no considerar el concepto de
inconsciente rápidamente asocian el habito de consumo a
una estructura en sí, y otros enfoques desde modelos
psicodinámicos la contemplan como síntoma complejo,
dentro las neurosis.
Otras propuestas clínicas observan
la drogadicción como una enfermedad en si misma, donde
no consumir equivale a estar curado, equiparando de
esta manera lo psíquico con lo observable, la conducta;
este punto de vista sería difícil sostener cuando se
producen recaídas, este enfoque puede llevar a que las
intervenciones terapéuticas (desintoxicación, metadona,
fármacos) se sitúen en el mismo plano que la
sintomatología que presenta en el sujeto, como por
ejemplo sucede con la ingesta de antidepresivos, donde
el psicofármaco ataca al síntoma, con lo cual aquel
pasa a formar parte de la patología, si el sujeto no
toma el antidepresivo, "se deprimirá".
Para otros autores, no hay
estructura especifica profunda de la adicción.
Encontrando signos semejantes en las toxicomanías y en
los estados límites (borderline), como pueden ser:
- Angustia.
- Depresión.
- Sentimientos de vacío
- Pasajes al acto: gestos autolíticos,
autoagresiones.
- Conductas antisociales
- Estados psiquiátricos confusionales.
Las drogas, en este caso la cocaína,
causan una inflación sin valor del narcisismo e impiden
a su vez percatarse del progreso de autodestrucción y
la creencia narcisística (omnipotencia) del sujeto de
su invulnerabilidad e inmortalidad. Destacando los
aspectos maniacos del consumo, la droga es empleada
como una defensa permanente contra el dolor. |
¿Adicción o
Toxicomanía? |
Consideramos más pertinente el
término toxicomanía", que sugiere que el sujeto
busca hacerse daño y envenenarse a través de un tóxico,
ya que la adicción expresaría el modo fantasmático de
esa búsqueda, así como la dimensión económica y
compulsiva del acto adictivo.
Entre los comportamientos adictivos
(drogas, alcohol, tabaco, comida, etc.), se observan
características comunes:
- Compulsión.
- Mantenimiento de ese
comportamiento a pesar de las consecuencias
- Preocupaciones obsesivas sobre
dicho comportamiento.
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Adolescencia y fuga
paradójica: |
El objeto de adicción,
"pharmacon", distorsiona el objeto de la
necesidad con el del deseo, confunde ambos,
confrontando la adicción con la falta, el vacío a
colmar, a través de la comida, el alcohol, la droga,
etc. que lanza a una búsqueda repetitiva de una
"satisfacción" que solo tiene un efecto
provisorio que relanza la insatisfacción. De esta
manera el fenómeno adictivo puede ser considerado en
sus relaciones con la depresión, la pérdida y la
falta.
El adicto convierte un objeto, a
priori de placer, en un objeto de necesidad, creyendo
maníacamente a su vez que toda necesidad puede ser
satisfecha. Por tanto la adicción, la patología
observable, encubriría otra más profunda, un conflicto
psíquico, que si no es contemplado, aumentará la
posibilidad de reincidir, por lo cual un tratamiento
"moral " del tipo DROGAS NO, ALCOHOL NO,
etc. no contemplaría el nivel del deseo psíquico del
sujeto.
Cualquier objeto puede generar
adicción, ya que ésta no depende de aquel sino del
sujeto y sus vicisitudes.
Entendemos que la conducta, el
hábito adictivo, tiene un lado, no observable que pasa
desapercibido en ocasiones para la mirada médica y
social.
La adicción sería un ACTO-SINTOMA
que forma parte de "toda la artillería defensiva
de todo individuo", defensas masivas contra las
angustias narcisistas y psicóticas, traduciendo en acto
las pulsiones, fantasmas y deseos, a fin de evitar las
ideas y mociones conflictivas y penosas que corren el
riesgo de emerger.
Así en la constitución del sujeto
psíquico algo falló y quedó de esta manera indefenso
ante un objeto -la droga- que lo hace su esclavo.
El sujeto adicto necesita ser "nombrado",
no "rehabilitado", en todo caso
"habilitado" como sujeto psíquico que
reconozca que no todo se puede tener, que habrá siempre
una privación, un límite, una imposibilidad.
Para el toxicómano no hay
postergación ni sustitución posibles, la satisfacción
que demanda no admite otra opción.
En el camino de la búsqueda de la
felicidad y evitación del sufrimiento, el sujeto,
contempla tres tipos de lenitivos:
- Poderosas distracciones que le hagan apaciguar un
poco sus miserias
- Satisfacciones sustitutivas que las reduzcan como
puede ser a través del arte y la ciencia.
- Sustancias embriagadoras que nos vuelvan
insensibles a ellas.
Uno de los fenómenos más
significativos en las adicciones, es la impotencia del
hombre y la promiscuidad de la mujer, lo que pone de
manifiesto que la castración deja de ser simbólica,
pasando a ser real. En el consumo de cocaína es común
escuchar que se pone "unas rayas para tener más
sexo", como si quisiera decir que se droga para
tener unas relaciones que en realidad no quería tener,
por tanto, no hay deseo previo.
El sujeto adicto juega con el
objeto, cree que puede controlar el consumo, entrar y
salir cuando quiera de él.
La drogadicción para algunos sujetos
parece darle forma a su existencia, de relacionarse con
lo que le rodea, con un cuerpo físico que a veces se
lleva como ajeno.
En algunos adolescentes se observan
intentos emancipatorios -fuga paradójica- de las
pautas y valores que representa su familia,
desconectándose en un intento de situarse en un lugar
inaccesible al gobierno del otro, a modo de defensa,
donde la droga le permite sostener su acto
emancipatorio, ejerciendo un dominio sobre la escena
familiar, confrontando a los miembros con sus propios
límites al no poder contener estos la situación, lo que
lleva en ocasiones a la familia a justificar su
impotencia en factores externos como la propia droga,
el entorno, la enfermedad del adicto, etc.
Ahora bien, ¿qué sería lo que
imposibilita a un sujeto, a ese joven demandar a través
de un camino diferente del de la intoxicación?. Algo
está impedido en el decir, en la palabra, indecible
para él y para su entorno, y surge otro interrogante:
¿por qué la droga es el objeto de elección y no
otro?
En la imposibilidad de responder a
la situación, en la familia surgen temores del tipo
represión policial, muerte por sobredosis del adicto,
etc., temores próximos a deseos reprimidos ante un
fenómeno que no controlan.
El objeto, la droga viene a dar una
identidad de poder al consumidor, que confirma en el
temor y la angustia del grupo familiar ante lo que
pudiera suceder, "poder" que enmascara la
impotencia de ser. La droga aporta al sujeto un nombre,
una identidad -clínico-social- como
"toxicómano", a la que se aferra ya que de
alguna manera le aporta el beneficio
-cortocircuito- de un lugar frente al
reconocimiento del otro y a su falta en ser.
La sustancia, la droga, no es sólo
un tóxico, es un significante, una palabra, como un
intento de dar respuesta a un interrogante, respuesta
precaria, a una pregunta que no puede ser formulada.
En cuanto a la prevención como
acción comunitaria, una prevención orientada al objeto,
a la propia sustancia, situado entre el saber médico,
de las consecuencias del consumo, del tráfico y
tenencia, lo jurídico y lo social dentro del marco de
la responsabilidad, "decisión" y elección
del sujeto, no contempla la subjetividad, lo no
inscripto en el sujeto psíquico, que finalmente
"elige" esa vía, la del consumo.
La psicoterapia, posibilita poner
palabras, a ese laberinto sin paredes que es la
droga. |
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